Los transgénicos son organismos a los que se les inserta material genético de especies distintas mediante técnicas de ingeniería genética.
En el caso del maíz modificado mediante técnicas de ingeniería genética, se han encontrado dos características muy comunes: la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos.
El campo también sufre los embates de esta alteración, ya que se ha comprobado que el maíz transgénico sufre una descompensación genética y fisiológica. El riesgo de que esta contaminación se extienda a siembras de más nativo y criollo es muy alto dado la fácil polinización de la planta. Actualmente, algunos estados de México ya sufren de esta contaminación y, responsabilizan a Diconsa, quien importa maíz transgénico de los Estados Unidos que al llegar aquí se mezcla con el local.



De acuerdo con el Protocolo de Cartagena, México está considerado entre los países centro de origen y diversificación de alguna planta, por ende se deben prohibir la siembra de variedades transgénicas, con base en lo que se conoce como principio precautorio. Sin embargo, en este momento autoridades en nuestro país están revisando la posibilidad de extender la autorización de siembras transgénicas de maíz.
Las consecuencias de que las autorizadas de nuestro país permitan la entrada de variedades transgénicas son muchas y muy delicadas.
De acuerdo a reportes de la ANEC, nuestro país es el principal productor de maíz blanco en el mundo, destinado para el consumo humano, pero al contaminarse con el maíz transgénico se deprecia a maíz forrajero, teniendo pérdidas de hasta 8 mil millones de pesos por año.



La contaminación provocada por transgénicos traería como consecuencia:

La pérdida maíces nativos, fundamentales para la preservación de este cultivo ya que, tanto las especies hibridas como las transgénicas pierden parte de sus propiedades genéticas de una cosecha a otra, por ello se debilita y necesita de nuevo material que proviene de los maíces nativos.
La imprecisión tecnológica puede producirse daños genéticos que deriven en plantas y mazorcas deformes.
Escasez de maíz blanco para consumo humano
Daños a la salud. Existen evidencia de que el polen de plantas transgénicas produce alergias o ciertos daños fisiológicos.
La falta de información de los agricultores, los lleva a considerar que pueden mejorar sus ingresos mediante esta clase de prácticas, dedicando sus recursos a la siembra de una sola planta, lo cual trae como consecuencia el desequilibrio en la producción agrícola, en los mercados de alimentos, o incluso la falta de alimentos. Y con ello una mayor dependencia económica, pérdida de soberanía alimentaria, una mayor concentración de la riqueza, y la imposibilidad de autonomía alimenticia de las comunidades campesinas e indígenas.
La rentabilidad de la monoproducción de maíz transgénico, es sin duda la piedra de toque que grandes empresas transnacionales, gobiernos y algunos productores agrícolas, consideren la imposición de estos transgénicos, los cuales ya existen en Estados Unidos y otros países, donde se está utilizando mucho al maíz para generar sustancias no alimenticias y/o tóxicas como plásticos biodegradables, solventes, proteínas de uso terapéutico, antidepresivos, etc. conocidos como transgénicos biorreactores.


Fuente: Canasanta.com

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