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La aplicación de un Sistema de Gestión Ambiental como instrumento de mejora.


La importancia de las pequeñas y medianas empresas en la economía mundial es innegable. De la misma manera, la suma del impacto ambiental de todas ellas es muy significativo. Sin embargo, pocas de ellas son las que han emprendido la tarea de adoptar un Sistema de Gestión ambiental SGA.

Es natural que esto suceda pues la primera prioridad de este tipo de negocios es la sobrevivencia y lamentablemente la situación financiera no permite, en la mayoría de las ocasiones, el emprender toda suerte de inversiones que los lleven a un mejor control ambiental de sus actividades. Por supuesto que en el tema existen toda una serie de mitos y falsos conceptos, algunos de los cuales trataremos de aclarar.

Es claro que todas las actividades productivas del hombre tienen un impacto hacia el ambiente. El solo hecho de generar productos o servicios y de realizar actividades que impliquen el uso de energía ya refieren un impacto directo o indirecto al ambiente. En muchas ocasiones dejamos de lado nuestra responsabilidad y no tenemos la conciencia ambiental que sería de esperarse, de modo que el problema no es solo del tipo técnico, sino que hay factores humanos que afectan en igual o mayor magnitud.

Ciertamente, nuestro país cuenta con una legislación muy completa en materia ambiental, sin embargo, también sabemos que existen medios para poder salir adelante (y no me refiero a medios ilícitos) en la situación ambiental.

De esta manera, una buena salida para mejorar nuestra visión ambiental es la de actuar por compromiso y con un alto nivel de conciencia individual acerca del tema.

Por otra parte, ha existido la falsa idea de que un SGA no produce sino gastos, trámites administrativos engorrosos y la creación de un nuevo grupo de trabajo que no solamente hace incosteable su abordaje, sino que lo hace tedioso y burocrático. La buena noticia es que no necesariamente es así.

Todo tipo de empresarios consideran que el tema ambiental es engorroso, pero en realidad cuentan con un buen nivel de cumplimiento de requisitos legales cubiertos (de otra manera no podrían operar) y de una forma u otra están aplicando ya controles que les llevan a tener un razonable manejo de sus desperdicios y de los tiempos de ciclo de sus productos. Muchos ya se están haciendo cargo de producir productos que puedan ser reciclables, tratan de disminuir el uso de insumos peligrosos al ambiente, tratan de mejorar las condiciones de trabajo en sus instalaciones entre otras medidas que en realidad están auxiliando a contar con un SGA en ciernes que les puede permitir seguir operando.

La Norma Internacional ISO 14001:2004 brinda un apoyo excepcional a las empresas que tienen la intención de contar con un SGA que responda a las necesidades actuales. Su metodología basada en el ciclo Planear - Hacer - Verificar - Actuar ha probado su utilidad en todo el mundo en empresas de todo tipo y tamaño. El enfoque que ha mantenido no es el de crear documentación voluminosa ni complicada, por el contrario, procura que el cuidado ambiental sea una forma natural de trabajar en las empresas y de esta forma no se convierta en una carga administrativa sino en una forma sistemática de operar y dar cumplimiento a las metas que se hayan determinado desde el inicio de la operación.

El siguiente esquema muestra la forma como opera un SGA:


La Política Ambiental es la declaración que la Alta Dirección hace acerca del tema ambiental y parte de la planeación estratégica. Este documento dirigirá a todos dentro de la organización (personal directo y contratistas) hacia el logro de los objetivos ambientales de la empresa. Si no se cuenta con el compromiso necesario, su cumplimiento será dificultoso y el logro de los objetivos no será sistemático, lo cual genera desconfianza en el SGA y poco a poco se perderá el impulso pudiendo llegar a ser una iniciativa fallida.

La planeación requiere el fundamental análisis de aspectos e impactos ambientales, la revisión de los requisitos ambientales aplicables a la organización (legales, regulatorios y propios de la empresa), la formulación de metas y objetivos ambientales y sus consecuentes programas ambientales que los articularán y le darán sentido de conjunto al SGA.

Es precisamente en la formulación de objetivos y metas ambientales donde esta el sentido de aplicabilidad y los beneficios que un SGA puede aportar a la organización.

No hace mucho tiempo, se consideraba que un SGA era una inversión continua y onerosa que no generaba beneficios directos a la empresa. Esta visión, por fortuna, ha cambiado y ahora nos permite visualizar de forma distinta el tema ambiental. Los objetivos pueden dirigirse a las siguientes áreas:

* Reducción de costos.- Básicamente dirigido a la gestión adecuada de los materiales, a la sustitución de materiales por algunos que sean más amigables al ambiente, el reuso de insumos y especialmente una mejor gestión energética.
* Mejora en la Administración del riesgo - negocio.- Dirigido fundamentalmente a tener un mejor manejo de las responsabilidades legales, sociales y de aseguramiento de la propiedad. Estos costos sumados representan pérdidas en imagen social, económicas por la pérdida de clientes interesados en el mejor manejo ambiental, multas por incumplimientos y primas elevadas de aseguramiento por impactos ambientales fuera de control.
* Aprovechamiento de oportunidades de mercado.- Cada vez es más común que Clientes y Usuarios interesados en el tema ambiental se acerquen a empresas que generan un alto nivel de confianza por su manejo ambiental.
* Contacto con todas las partes interesadas.- Empleados, Autoridades, Clientes, Usuarios, Inversionistas, la Comunidad y en general todo nuestro entorno ubicará de una manera clara a aquellas empresas que tienen un alto nivel de cumplimiento ambiental y podrán ser aceptados como actores responsables de la sociedad.


Por lo que se refiere a la operación del SGA, la parte relevante es la obtención de la conciencia ambiental del personal, no solo el que directamente labora para la empresa, sino aquel que actúa como subcontratista en las instalaciones y es que en la forma de trabajar de cada uno de ellos se puede ver reflejado el beneficio ambiental que se les haya comunicado.

Por supuesto que el control de la operación se torna la clave del logro del desempeño ambiental pues es en él donde se aplican las actividades planeadas y se contrastan contra los objetivos planeados inicialmente. Los métodos de medición son muy relevantes y la corrección continua del SGA en base a la información que por sí solo va proporcionando es la única manera de verificar el desempeño ambiental.

Sería ideal pensar que por haber hecho una planeación y aplicación de controles, todas las posibilidades de impacto ambiental han sido abordadas. A pesar de todo pueden presentarse emergencias, las cuales deben ser prevenidas y en su momento simular los probables efectos con el fin de definir alternativas de manejo de las emergencias de una manera preventiva que nos pueda dar lecciones y formas de actuar ante impactos ambientales.

Como en otros Sistemas de Gestión, la verificación y el análisis de la información que el propio Sistema proporciona son fundamentales para poder tomar decisiones acertadas y aplicar las acciones que el SGA requiera para actualizarse, adaptarse o corregirse conforme sea necesario para generar con ello la mejora esperada.

Pieza fundamental de esta revisión es la auditoría interna que debe ser la revisión objetiva del SGA con el fin de detectar las desviaciones que pudiera presentar tanto contra el cumplimiento de los requisitos legales y regulatorios, como contra los propios requisitos que la organización hubiera aplicado a sus actividades. Se revisará también el logro de objetivos y metas, la correcta aplicación de programas ambientales y en general la buena marcha de todo el SGA. Debe ser un ejercicio imparcial, independiente y objetivo para ver que el desempeño ambiental de la empresa sea el que este especificado.

Finalmente y para cerrar el ciclo se realiza la revisión por la dirección de los datos relevantes del SGA con el fin de revisar que se estén cumpliendo los planes trazados desde la Política Ambiental.

Como se ve, la adopción de un SGA no responde a una moda o a un ejercicio aparente de mejora. Se trata más bien de un compromiso con la correcta aplicación de una metodología que nos lleve a tener un desarrollo verdaderamente sustentable y que nos de beneficios reales.

La certificación de un SGA representa una etapa de formalización del sistema. Usualmente, las empresas que desean obtener un certificado buscan entre los organismos existentes aquel que mejor se adapte a sus actividades y necesidades. Una posibilidad es buscar aquel organismo que tenga reconocimiento por los Clientes más importantes de la empresa, que opere en el país al cual se dirige el mayor volumen de las ventas del negocio o simplemente aquel que tenga el mayor reconocimiento en la materia.

Certificarse es el paso final de las empresas que han decidido contar con un SGA y si bien no es obligatorio hacerlo, si deja constancia de los esfuerzos reales y del compromiso que las empresas dedican a la materia ambiental y social.

Referencias:

Norma Internacional ISO 14001:2004 Sistemas de gestión ambiental. Requisitos con orientación para su uso

Para más información puede dirigirse a:

www.iso.org

Martín Luna Palmilla

Ingeniero Químico por la Escuela Superior de Ingeniería Química del IPN

Asesor - Consultor con especialidad en Sistema de Gestión de Calidad, Ambiental y de Seguridad y Salud Ocupacional

martinl@negotegia.net